Triste encrucijada

La vida al final decidió jugar conmigo,
Enredar mis andares, cruzar mis caminos,
Me la trajo primero a ella, dulce, frágil, niña,
Llena de pureza y belleza nueva,
Fruto que madura en las manos de uno,
Sabor dulce que se pega a los labios para siempre,
Ternura cálida que te envuelve, que te abraza,
Y como la trae se la lleva sin dejarte nada...

Cruza luego los ojos de una muchacha,
Mirada cautivante, caricias desbordadas,
Promesas de futuro, de cosas jamás alcanzadas,
Y te acerca a los oídos las más dulces palabras,
Que brotan del corazón de una enamorada,
Y te bañan, te tocan te hacen cambiar,
Como un caramelo que cubre tu piel,
Y luego la aparta, abre un abismo y otros cien..

Que desdicha mi pena, que desdicha mi tortura,
Dos pechos sintiendo lo que el mío mas desea,
Y mi alma tan muda, tan cobarde,
Sufre, se revuelva y muere tarde a tarde,
Querer así es un infierno que en mi pecho arde,
Una tragedia que no tiene solución aparente,
Y me pregunto si debo quizás mirar al frente,
O regresas a los trazos del camino andado...

No deseo este mal o mortal alguno,
La incertidumbre en su estado más puro,
Soy caminante errante y solitario,
Veo mil desdichas, las sufro a diario,
Pero nunca mi corazón estuvo confundido,
Hasta hoy que estas líneas escribo,
Para ellas, que tanto así las quiero
Aunque la vida decidió jugar conmigo...

Kevin Heves Maranetto Vranich

16/05/2008