Eran poco más de
las tres de la mañana
Y allí estaba yo,
en la computadora
Iluminado por una
lámpara que daba poca luz
Chateando con
alguien que no conocía,
Hablando del
amor, de los hombres y las mujeres,
Sonriéndole a una
pantalla fría
Tratando de dar calor
a un alma desconocida
Tratando de creer
lo que le decía…
La noche había refrescado
considerablemente,
Y el sueño se iba
apoderando de mis párpados,
Había comenzado a
tiritar imperceptiblemente
Cuando sobre mis
hombros abrigo una manta
Y me reconforté
en su calor inesperado
Y en el cariñoso
y sólido abrazo
Que le siguió un momento
después
Junto a un dulce
beso en mi mejilla…
La miré con
infinita dulzura,
Se le veía
friolenta, con ropa de cama
Pero con un
brillo de amor en sus ojos
Con fuerza para
derretir mi corazón,
Apoye mi cara
contra su mano
Y suspiré pensado
“cuanto la amo”
Y apoyándose sobre
mis hombros
Si faltaba mucho
me preguntó…
Como en una nube respondí
que no,
Con prisas lentas
mes despedí,
Apague el monitor
y el ordenador
Me levanté y muy
fuerte la abrace
Alzada la llevé a
la cama
Y entre mis manos
la acobijé
Hicimos el amor,
y luego dormimos
Cundo eran un
poco más de la tres de la mañana…
Kevin Heves
Maranetto Vranich
15/03/2012
La moraleja de la historia, es que la persona que esta acostada y que se hacerca a la que esta en la computadora desvelada, no lo critica, no le pide que valla a su lado (aunque es obvio que es lo que desea) al cntrario, se levanta, pasa frío, se toma la molestia de llevarle un abrigo a la persona que esta levanatda para que este cómoda.
ResponderEliminaresto nos enseña que cuando amamos a alguien no debemos exigirle estar a nuestro lado, debemos darle la oportunidad de no estar(aunque esto nso dañe), incluso facilitarle el camino para que no este con nosotros, y si decide que aun asi somos lo mas inportante para ellos, es porque estamos haciendo las cosas bien y estamos con alguien que verdaderamente nos merece