Para aquella madre…

Me dirijo como despedida, a usted señora,

Porque a su hija amé, como nadie jamás hará,

Porque a usted la quise, y en usted confié

Que a ella sabría con bondad aconsejar,

No creo que con intención se equivocara,

Quizás la situación no pudo controlar,

Pero aún así, solo a usted puedo llegar

 Y mi corazón herido desahogar…

Quiero que sepa que a su hija amé,

Y  entienda que nunca le fallé,

Jamás a otra mujer miré,

Ni mis manos, ni mis labios tuvieron otro dueño,

Mis pensamientos solo a ella entregué,

Quiero que sepa, si en algo erré,

Lo hubiera cambiado, pero la oportunidad se me fue 

Y a su hija en mis brazos ya no tendré…

Yo la hubiera hecho dueña de mi casa,

En cuclillas hubiera pedido matrimonio

Con deleite hubiera sido mi tesoro

Y la hubiera cuidado cual muñeca de porcelana,

Hubiera sido mi reina, hasta mi último día,

Le hubiera entregado hasta mi vida,

Usted sabe todo lo que hice por ella

Porque era de mi cielo, la única estrella…

Solo quiero pedirle, con mi humilde corazón,

Que cuando sufra por otro hombre, sin razón,

Le recuerde que me tuvo, y que me dejó,

Que cuando la amé, ella, por decisión, no me amó,

No sé que la hizo cambiar de parecer,

Solo se, que la que amé, ya no es,

Cuídela como princesa, por mí, por favor;

Por eso me dirijo como despedida, a usted señora…

14/06/2011

Kevin Heves Maranetto Vranich