La despedida

Llego el momento, simplemente es la hora

El ocaso tiñe de carmín el cielo celeste,

Miran muy alto, ojos cansados, al levantar la frente,

Una mirada que se pierde en otra mirada,

Dos sueños que se unen significando nada,

El alma de la noche esta triste y se siente perdida

Mas las marcas del sol son eternas heridas,

Se ha jugado con sangre y con amor…

El hombre no es culpable de pecar su creación

Como son honradas la manos guiadas por el destino

Y se vierte vida entre dedos asesinos

Es inocente, la culpa de un mañana escrito

Y a pesar que todo esto lo he visto

Y que no merece pena su acción controlada

Es mi rencor contra la muñeca encadenada

Porque el llamado mudo… no basto el día de hoy…

No preguntes jamás quien soy,

No me hice amar, como amar se hizo la luna

Luciendo elegante su frágil blancura,

Ni fui amante perdido como el sol

Quien todo lo ha dado perdiendo la razón,

Más bien me escondí tras la estrella vigilante

Desde la oscura sombra busque un camino por delante

Ahora me detengo, y me digno mirar atrás…

Es el último suspiro antes de marchar,

Corren lágrimas silenciosas de frío diamante,

Donde muere el tiempo y nace el instante,

Un beso y la despedida perfuma el viento

Murmullos apagados que dicen “lo siento”,

Pero es tarde, la oportunidad se ha perdido

Tierra sobre tierra tapando el olvido

Porque llego el momento y simplemente es la hora…

Kevin Heves Maranetto Vranich

13/12/2007