Demasiado sublime para las palabras

Me nace del alma decirte
Que me quema el sabor de esos besos
Que tumbados ambos sobre mullida cama
Brotaron de estos labios nuestros,
Porque no habrá jamás más dulce aderezo
Que el mirar puro intercambiado en ese momento,
Hay, dulce luz de mis ojos que te quiero,
Y lo has sabido en esos simples besos…

Quizás repetirse nunca suceda
Robarte de nuevo esa mirada sincera,
Mas te digo amor, la buscare en sueños,
La encadenare a las paredes de mis recuerdos,
Dulce luz, así te digo como te quiero,
Y como me enloquece el contacto de tus besos,
Dulce llamas que arden como el fuego,
Que me queman, que me arden, que me sacian…

Hay dulce flor de todos mis anhelos,
No ves que tengo tu ser grabado en los sueños,
Y que lo ha florecido todo en ese instante eterno
En que te tuve, robándote esos besos,
Y en tus ojos, te digo, amor, en tus ojos,
Un mágico fuego inmenso, incontrolable,
Voló libre hasta mis ojos, hasta mi alma,
Y me dijo amor, que me quieres como te quiero…

Algún día sabrías de este querer puro,
Y despertarías tu querer más sincero,
Y lo halle, envueltos en un solo fuego,
Y lo alcance en arrebatos fluidos, intensos,
Sobre aquella cama, sobre aquel lecho,
Donde todo lo sucedido fue un beso
Pero te quiero, y ahora ya sabes cómo;
Eso me nace… del alma decirte…

Kevin Heves Maranetto Vranich

28/04/2009